lunes, 10 de junio de 2013

Pablo Seguí:Poemas.





Pablo Seguí




 





Viajó. No estoy con ella.

(Nadie viene a besarme,
torso desnudo, de
la pieza que, vacía,
sólo acumula libros.
Nadie pregunta por
los lentes, ni acaricia
a la gata, ni le habla.)

Viajó. Ya volverá.

(La sábana, caída
de la cama, y hojitas
de albahaca en la cajita
de los elefantitos:
de la pieza llegaban
palabras como naos:
amor, dulce ventura.)

Viajó. ¿Regresará?

(Esa pieza: sitial
de lujo de la acedia
siempre posible, angustia
-aliada poderosa
del insomnio-, terrible
catafalco del tedio
y el rencor: florecela.)


Ella quiere otra cosa,
a veces, que lo que
yo quiero, nada más.

Pero ¡cómo me duele,
ahora, que se muestre
indiferente, lejos!

Canción, decile que ardo,
que humeo negramente,
que mis labios se agrietan.


Yo sé que las palabras
ni las fotos podrán
tenerte nunca. Que
el beso que nos dimos
anoche se conserva
apenas, desleído
por la ingrata memoria.
Que esa risa que estalla
de repente en tus labios,
y que yo no manejo
ni aunque lo intente, surge
cuando quiere o querés;
que es inútil grabar
para los venideros
ese tacto a distancia
que sonriendo me ciñe.
Somos ese detalle
que el otro guarda, que
recuerda, del que abjura
o por el que suspira
o se alegra. Es posible
que ahora que dormís
no me tengas presente:
soñás, quizá, con una
minuciosa manada
de elefantes a punto
de entrar en un bazar;
o con esa perrita
que te daba la pata
anoche. Lo que sí
es cierto es que, callado,
y cansado, y desnudo,
escribo sobre vos.
Y lo más cierto es que
estas pobres palabras,
que leerás mañana
por la mañana, con
un mate, a las corridas,
jamás conseguirán
mostrar el modo claro
en que tu cuerpo luce
de noche al descansar.
Todavía más cierto
es que no importa. Puede
que el futuro no sepa
nada de vos, ni de
tus labios rumorosos.
Los míos guardarán
su forma, su tibieza,
su increíble dulzura.
Ya no puedo olvidarte,
señora que ha logrado,
sólo con ser, hacer
de estos días un mundo.


Te vas a levantar, querida, dentro
de un rato. Tempranito: tenés pruebas
que corregir. Dejaste
para el final hacerlas, como siempre
que un libro se te vuelve necesario:
un libro, tu perrito, el marco que
pintaste con amor.
Así es la vida: un tiempo
moroso que agotamos en hacer
lo que nos gusta; lo demás, de un saque
lo resolvemos (ya
lo señaló del porteñismo el hijo
de Baldomero). Ahora, allá en la cama,
soñás con algo que seguro no
recordarás al despertar. Iré
a la Del Plata a por
criollitos calentitos, y serás
de nuevo reina en La Babía... Casi
que voy y te despierto: ¡escribo sobre
alguien que no soy yo!
Materia inexplorada de que podría hablar
hasta el fin de los tiempos. Un besito. 



Pablo Seguí (Córdoba, 1973) Poeta. Ha publicado los libros: “Los nombres de la amada" (1999),  "Claves y armaduras" (2005) y  “Naturaleza muerta” (2011).  Administra los blogs El Bakelita, La lección de piano y Anotaciones-Tamarit.