viernes, 23 de septiembre de 2016

Pablo Montoya: Ginastera


Pablo Montoya
















La pampa es una palabra que todo lo nombra. Un eco de confrontaciones
entre bárbaros y civilizados. Tierras desprovistas de árboles y colinas.
Amaneceres que remiten a la embriaguez expansiva de un dios infantil. 
Sus hombres que aman el trabajo y el valor. Y las mujeres fieles y las
nostalgias provocadas por los atardeceres. Cuántas veces me he recostado
en esta pampa hecha de timbales, cornos y contrabajos en crescendo.
Praderas que se parecen al pedazo de cuchillo que un muchacho blanco,
vuelto indio durante años, encontró en un resquicio de su casa no olvidada.
Cuántas veces imaginé llanuras sin límites en las cuerdas del violín . Las 
vacadas cruzando la distante prolongación de las gramíneas. Pero hay algo
en esto forzadamente grandioso. Los matices nacionalistas. La rimbombancia patriótica. Esa pretensión de hallar una identidad que poco se aviene con la 
tierra cuando el hombre es apenas un esbozo sobre ella. Cómo sería la  pampa
sin los hombres. ¿Las noches sin que los ojos de nadie puedan contemplarlas?
Prefiero acomodarme en el sillón. Aquí en esta chimenea de Envigado Y escuchar
la Canción al árbol del olvido. Sentirme protegido en su desposeimiento. 
Sabiendo que la ausencia del amor es más perenne que cualquier
celebración telúrica.


Pablo Montoya (Barracabermeja, 1963, Colombia) Poeta y narrador. Ha estudiado música y luego letras. En 2015 obtuvo el premio Rómulo Gallegos por su novela: Tríptico de la infamia. Reside en Medellín.